lunes, 21 de septiembre de 2015

Una Historia de Motivación, Talento e Inspiración

Era el final del siglo XIX,  Samuel Pierpont Langley astrónomo y físico estadounidense, profesor de matemáticas con gran reconocimiento y prestigio social, premiado en numerosas ocasiones a lo largo de su carrera profesional, muy bien relacionado, entre sus amistades había políticos, poderosos hombres de negocios parecía ser llamado a crear el aeroplano con motor, un invento revolucionario que más tarde daría lugar al avión tal y como hoy lo conocemos. Por todo lo enumerado tenía, sin duda, todo lo necesario para triunfar en el proyecto, es mas, el gobierno de Estados Unidos de América del Norte le financiaba el 100% del proyecto. 

Langley había contratado a las mentes mas portentosas de la época. En su equipo se encontraban los mejores pilotos e ingenieros mecánicos del momento. Además, también contaba con los materiales perfectos para fabricar un avión en condiciones. El periódico New York Times seguía todos sus pasos, acompañando a Langley allá donde fuera. De hecho,empezó a ser conocido como «el hombre que iba a hacer volar a la humanidad».
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Por aquel tiempo, los hermanos Orville y Wilbur Wright, fabricantes de bicicletas, también estaban construyendo un aeroplano con motor en Estados Unidos. No parecía que tuvieran ninguna oportunidad para lograr éxito en su empeño, sin conocimientos, ni contactos o expertos que pudieran ayudarles. Financiaron su sueño con los beneficios de su tienda de bicicletas.Y ningún miembro de su equipo había pasado por la universidad. Eso sí, los hermanos Wright tenían un sueño. Un propósito. Tenían claro por qué era importante construir aquel avión y para qué serviría. Estaban verdaderamente entusiasmados en averiguar el problema físico que les separaba de encontrar la solución. Imaginaban los beneficios que su invento aportaría al resto del mundo. Su proyecto aeronáutico tenía un sentido que iba más allá de sí mismos.

A Langley, en cambio, le movía la ambición personal. Quería adquirir el mismo prestigio que otros grandes inventores de la época, como Alexander Graham Bell o Thomas Alva Edison. Langley perseguía un objetivo, pero no tenía un porqué ni un para qué bien definidos
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No pensaba tanto en el impacto que el aeroplano iba a tener en la humanidad, sino en lo que él podría obtener a cambio como recompensa. Aspiraba a ser rico y famoso, recordado para siempre como el inventor del aeroplano. Esa era su  motivación. Por eso no vivía su trabajo con la pasión de los hermanos Wright. Más bien padecía cierta ansiedad y miedo por no ser el primero en conseguirlo.
Intento tras intento, ni Langley ni los hermanos Wright conseguían surcar el cielo con su aeroplano. Y mientras que el equipo de Langley empezó a frustrarse e impacientarse, los hermanos Wright fueron contagiando e inspirando a toda su comunidad para que creyeran en su sueño. Y así fue como el 17 de diciembre de 1903, en Ktty Hawk, Carolina del Norte, durante 59 segundos, los hermanos Wright volaron a unos 400 metros por encima del suelo, haciendo historia. 

¿Cómo pudo ser? Tanto los hermanos Wright como Langley trataban de crear lo
mismo. ¿Qué hizo que Orville y Wilbur lograran lo que el propio gobierno de los Estados Unidos
representado por el prestigioso equipo liderado por Samuel Pierpont Langley, no pudo conseguir?

Los dos equipos contaban con el talento y la motivación suficiente, pero quizás los hermanos Wright contaban con algo que no tenía Langley, Inspiración.

Mientras que Langley solo pensaba en la fama y el reconocimiento, los hermanos Wright tenian su empeño puesto en el bien que iban a generar a la sociedad.

Langley, días después, tras enterarse de que ya no iba a ser el primero dejó el negocio y abandonó. 

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